Intel fue sinónimo de potencia tecnológica durante décadas, sin embargo, se convirtió en el símbolo más visible de una era a la que no supo adaptarse a tiempo. La reciente salida de su máximo responsable de inteligencia artificial (IA) hacia una compañía de vanguardia no es un episodio aislado, sino la consecuencia natural de una larga cadena de decisiones que dejaron a la empresa atrapada en su propio pasado.

Intel fue el corazón de la revolución informática cuando sus microprocesadores movían las computadoras personales, los servidores y buena parte de Internet. Pero el mundo cambió y las nuevas formas de procesamiento necesarias para la IA exigen arquitecturas que dividan el trabajo entre miles de núcleos, en lugar de un único chip central que lo haga todo. Nvidia y otras compañías e

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