La crisis en el Caribe volvió a exponer la lógica de un sistema internacional cada vez más inestable. Donald Trump decidió reactivar la presión sobre Venezuela, convencido de que la única forma de evitar una escalada es negociar directamente con líderes fuertes: Maduro, Putin, Xi Jinping. Para Trump, el poder se ejerce sin intermediarios. La diplomacia tradicional, los organismos multilaterales y la mediación europea quedaron relegados a un segundo plano.

Pero la jugada sobre Caracas no es un movimiento aislado. En un mundo sin reglas claras, donde las potencias ensayan maniobras en zonas de influencia ajenas, lo que haga Estados Unidos en el Caribe se leerá de inmediato en Moscú y en Beijing. Si Washington interviene de forma unilateral, los sectores más duros del Kremlin podrían insisti

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