Con Andrés Manuel López Obrador sucedió y con Claudia Sheinbaum está sucediendo. Son tales las ganas de la oposición y de los medios críticos de que en algún momento comience a perder piso el gobierno de la cuarta transformación, que terminan anunciando inminentes desplomes que nunca se concretan. Cada escándalo mediático es, ahora sí, el principio del fin, trátese del sorteo de un avión sin avión, los viajes de un connotado morenista o las deleznables prácticas de Adán Augusto López.

Es comprensible que la oposición y la crítica magnifiquen los deslices del grupo gobernante y en ocasiones, incluso inventen situaciones para llevar agua a su molino. El problema es cuando la fe en el supuesto desplome les exime del trabajo de construir propuestas viables para defender su proyecto de país de

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