Siria conmemora el primer aniversario del cambio de régimen que puso fin a la dictadura familiar de los Al Asad y lo hace envuelta en lo que hasta la fecha no ha dejado de ser un espejismo cuidadosamente construido. El nuevo líder, Ahmed al‑Sharaa, es un antiguo yihadista reciclado en presidente de transición que ha restaurado formalmente un paquete de libertades por contrastar, pero que ha entendido que precisa del respaldo de la Casa Blanca y le entrega lo que quiere oír: ruptura con Irán, garantías contra el ISIS y normalización con Israel bajo el paraguas de los Acuerdos de Abraham.

La estrategia es transparente. Al‑Sharaa ha expulsado a buena parte de las milicias financiadas por Teherán y se ha ofrecido como muro suní al antagonista chií por excelencia: Irán. A cambio, Trump l

See Full Page