A pocos días de la llegada del invierno y el descenso de las temperaturas, el cuerpo necesita adaptarse a las nuevas condiciones ambientales, lo que puede afectar a la salud cardiovascular . En personas mayores o con antecedentes de cardiopatía, estos cambios estacionales pueden incrementar el riesgo de sufrir problemas cardíacos , como el infarto de miocardio .

De hecho, según el informe «Vigilancia y control de los efectos del frío en la salud» realizado por la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, es durante la época de frío cuando se produce el mayor número de muertes del año. Esto se debe, en gran parte, a que las enfermedades cardiovasculares como la hipertensión , los infartos de miocardio , la cardiopatía isquémica y los problemas cerebrovasculares aumentan su incidencia durante estos meses.

«El frío provoca en los vasos sanguíneos vasoconstricción (se estrechan), lo que puede conllevar aumento de la presión arterial . Además, los cambios bruscos de temperatura y la exposición prolongada a ambientes fríos pueden favorecer vasoconstricción coronaria y por tanto angina vasoespástica» , explica la doctora Georgette Thienhaus-Lopez, cardióloga del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja.

Síntomas de alerta

Los cardiólogos señalan que los síntomas de alerta que deben observarse con atención incluyen dolor en el pecho, dificultad para respirar, fatiga intensa, palpitaciones o sensación de mareo . Sin embargo, estas señales no siempre aparecen de forma repentina y pueden manifestarse como cansancio inusual al caminar o subir escaleras, falta de aire al realizar actividades cotidianas o latidos irregulares.

«Las personas mayores son especialmente vulnerables al frío porque con la edad podemos observar que la presión arterial tiende a ser más alta y la capacidad del corazón para adaptarse a cambios bruscos de temperatura disminuye», añade Miriam Piqueras, directora médica de Sanitas Mayores.

Recomendaciones

Mantener la temperatura corporal adecuada: abrigarse con varias capas, proteger manos, pies y cabeza para evitar cambios bruscos de temperatura al salir de casa. Esto contribuye a que el corazón trabaje de manera más eficiente, evitando un gasto excesivo de energía y reduce la fatiga general durante la exposición al frío.

Adoptar hábitos de vida saludables: realizar actividad física moderada en interiores, mantener una alimentación equilibrada rica en frutas, verduras y alimentos con antioxidantes, y evitar el consumo excesivo de sal y alcohol fortalece el sistema cardiovascular y mejora la circulación.

Controlar la presión arterial y el ritmo cardíaco: medir la presión de forma regular y acudir a revisiones médicas periódicas permite detectar alteraciones tempranas y actuar a tiempo. Esto es clave para prevenir infartos, arritmias u otros problemas que pueden agravarse durante la transición estacional.

Evitar esfuerzos innecesarios al aire libre: caminar de manera pausada y protegerse del frío intenso disminuye la sobrecarga del corazón y reduce el riesgo de eventos agudos. Evitar exposiciones prolongadas y planificar la actividad física en momentos de temperatura más estable ayuda a proteger la salud cardiovascular durante los meses fríos.