La Navidad suele asociarse al 24 y 25 de diciembre, a la Nochebuena en familia y a la apertura de regalos a la mañana siguiente Sin embargo, la Navidad no empieza en la misma fecha en toda España. De hecho que un lugar donde las fiestas empiezan un poco antes, casi como si el calendario tuviera su propio ritmo. En el País Vasco , ese arranque emocional de la Navidad no llega con los días señalados, sino con una fecha muy marcada en la memoria colectiva: el 21 de diciembre, Día de Santo Tomás .
Para muchos vascos, ese día es el que realmente abre la temporada navideña. Las calles amanecen con un ambiente diferente, más rural, más festivo, más ligado a los orígenes de la tierra que a la tradición religiosa en sí. De hecho, el día está marcado por su feria, con los mercados que se llenan de puestos, los pueblos y ciudades recuperan escenas que parecen sacadas de otra época y la gente sale a la calle con ganas de celebrar y sobre todo de comer lo más tradicional de este día: la txistorra o chistorra. Pero lo curioso es que la idea de que la Navidad empezara en Santo Tomás viene de muy lejos y tiene una explicación histórica. No es un gesto simbólico; es el rastro de una costumbre real que durante generaciones marcó la vida económica, social y cultural de Euskadi. Por eso, cuando llega el 21 de diciembre, en muchos lugares del País Vasco la Navidad ya ha empezado, aunque el resto siga esperando al 24.
El día que empieza la Navidad en el País Vasco
El día de Santo Tomás se celebra de forma especial en multitud de municipios vascos, aunque destacan ciudades como San Sebastián, Bilbao, Azpeitia, Lekeitio, Errenteria, Irun, Hondarribia, Usurbil o Arrasate/Mondragón. En todos ellos se respira un mismo ambiente: calles llenas, puestos, olor a talo (torta de maíz redonda) con chistorra recién hecho y música tradicional animando la jornada.
Es una fiesta que mantiene un fuerte vínculo con el mundo rural. Aunque hoy se vive como una celebración popular, abierta y festiva, nació en realidad como una necesidad práctica. Para entender su importancia hay que viajar mentalmente al siglo XIX, cuando gran parte de los caseríos de Gipuzkoa estaban arrendados y se trabajaban de padres a hijos. Entre propietario y arrendatario había una relación casi paternalista, basada en la costumbre y en el respeto.
La renta debía pagarse en fecha fija, normalmente el día de San Martín , pero con frecuencia ese pago se retrasaba hasta el 21 de diciembre. Ese día, los baserritarras viajaban hasta San Sebastián con el dinero, aprovechando al mismo tiempo para comprar productos que en los pequeños comercios rurales no se encontraban. Y, por supuesto, llevaban consigo parte de su producción del caserío, que vendían en la capital para sacar un beneficio extra.
Así, casi sin proponérselo, se generó una especie de mercado espontáneo que reunía a campesinos y ciudadanos en un mismo lugar. Como la afluencia crecía y la costumbre se repetía año tras año, el encuentro terminó convirtiéndose en una auténtica feria. Con el tiempo, esa feria se consolidó como tradición y ya no dependió de las rentas: pasó a ser un símbolo identitario que el público abrazó con entusiasmo.
La feria que marca el inicio de la Navidad
Hoy, estas ferias son un reflejo vivo del pasado. En San Sebastián, la Plaza de la Constitución se llena desde primera hora con puestos donde se exponen y venden productos de caserío: verduras, quesos, repostería, sidra, conservas, miel, artesanía y todo tipo de elaboraciones locales. En Bilbao ocurre lo mismo en el Arenal y la Plaza Nueva, donde la ciudad se transforma por un día en un escaparate rural.
Pero si hay dos protagonistas que destacan sobre cualquier otro producto, son la txistorra y el talo. La chistorra es un embutido fresco elaborado con carne de cerdo picada, ajo, sal, pimentón y hierbas aromáticas, tradicionalmente consumido frito o asado . Aunque se puede comer durante todo el año, en Santo Tomás adquiere un carácter casi ritual. Es difícil recorrer una calle sin cruzarse con alguien sosteniendo su bocadillo humeante.
El talo, por su parte, es una torta de maíz sin levadura que se cocina a la plancha. Aunque durante décadas fue un alimento humilde, muy presente en la vida rural, hoy se ha convertido en una seña de identidad. En la fiesta de Santo Tomás se impone sobre el pan blanco, reforzando esa conexión con la tradición más pura. La imagen típica del 21 de diciembre es precisamente la del talo relleno de txistorra, un símbolo culinario tan asociado al día que casi no se concibe la fiesta sin él.
A esta oferta gastronómica se suma un ambiente que mezcla elementos de feria, mercado y celebración comunitaria. No faltan trajes tradicionales, música popular, concursos, exhibiciones de animales y actividades para todas las edades.
Y es así como parece que la Navidad empieza antes en el País Vasco que en otros lugares. A llí las fiestas no se abren con una cena, sino con una feria . Y esa feria, la de Santo Tomás, lleva más de un siglo marcando el verdadero inicio del espíritu navideño.

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