Dígame, qué pensaría usted de un conocido que le invita a celebrar algo en su casa y, al despedirse, le dice: «Déjeme tantearle el abrigo, caballero, permítame ver qué hay en su bolso, señora». Pues, muy sencillo, que el tipo no se fía de usted, y que usted no debió aceptar la invitación. Pues eso es lo que pienso cada 6 de diciembre en la convocatoria del delegado del Gobierno en La Almudaina por el acto de la Constitución.

Los invitados pasan por un detector de metales que avisa de si hay un puñal o algo parecido. La semana pasada yo circulé por debajo de ese arco junto al conseller de Educació, Antoni Vera; el director de Endesa en las Illes Balears, Martí Ribas; la regidora de Palma Mercedes Celeste y el director de este periódico, Albert Orfila. No sé muy bien cómo, pero Xavier Bonet

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