Desde su regreso a la Casa Blanca, ha sido a menudo difícil discernir la visión que tiene el presidente estadounidense Donald Trump para el mundo (y en particular, para Europa), en medio de sus habituales bravatas e incoherencias. Pero su nueva estrategia de seguridad nacional echa luz sobre los principios que impulsan su agenda de política exterior.
La estrategia traza un marco explícitamente nacionalista y nativista, en clara ruptura con el multilateralismo que fue principio rector de la política exterior estadounidense desde 1945. Si alguien todavía se hacía ilusiones sobre el estado actual de la alianza transatlántica, debería bastar para disuadirlas el desdén que muestra la nueva estrategia por los valores liberales: está claro que Trump sólo apoyará a Europa si esta abraza su id

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