La presión interna crece dentro del PSOE ante la acumulación de denuncias por acoso sexual que afectan a varios dirigentes del partido en diferentes comunidades. Lo que empezó como una crisis localizada ha desembocado en una reacción en cadena que amenaza con erosionar gravemente el liderazgo de Pedro Sánchez y desbordar la estrategia de contención trazada por Ferraz .
Durante el viernes, el partido vivió una jornada de fuerte agitación con nuevos casos en Galicia, Valencia y Andalucía , y con la dimisión de cargos clave. La crisis ya no se reduce a nombres concretos, sino que pone en cuestión la respuesta institucional del partido y su protocolo interno para gestionar denuncias de acoso.
Un punto de inflexión en Galicia
En Galicia , el líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro , compareció para admitir que sí conocía desde octubre acusaciones contra José Tomé , expresidente de la Diputación de Lugo. Hasta ese momento, la dirección gallega lo había negado. La rectificación vino acompañada de la dimisión de Silvia Fraga , secretaria de Igualdad del PSdeG, que había criticado abiertamente la gestión del caso.
Tomé, que niega las acusaciones, mantiene su acta como diputado provincial no adscrito, una situación que deja en el aire la gobernabilidad de la Diputación de Lugo, donde el PSOE y el BNG dependen de su voto hasta 2027. La dimensión institucional del conflicto añade complejidad a una crisis que ya es política.
Ferraz pide perdón, pero marca límites
Desde la dirección nacional, la secretaria de Organización, Rebeca Torró , compareció por primera vez desde que asumió el cargo. Admitió fallos en la comunicación, pidió disculpas a las víctimas y reconoció que el partido «no estuvo a la altura». No obstante, aclaró que el PSOE no presentará denuncias a la Fiscalía sin el consentimiento explícito de las víctimas, para preservar su anonimato.
Torró también anunció medidas disciplinarias: Francisco Salazar , exasesor de Moncloa, queda excluido del PSOE de forma definitiva por una falta «muy grave». Antonio Hernández , cesado del Gobierno, y Javier Izquierdo , exdirigente en Castilla y León, afrontan expedientes por su posible implicación o encubrimiento, pese a no haber aún denuncias formales.
Malestar en las bases y nuevas denuncias
La sensación de lentitud y de opacidad ha generado malestar en las federaciones autonómicas, donde algunas dirigentes han planteado directamente la necesidad de acudir a la Fiscalía cuando los hechos puedan constituir delito. Sin embargo, Sánchez frenó esa vía el pasado sábado, insistiendo en que el partido no actuará sin la autorización expresa de las denunciantes.
Mientras tanto, se conocieron nuevas acusaciones . En Valencia , se investiga a Toni González , alcalde de Almussafes, por una denuncia de acoso sexual. En Córdoba , dimitió Francisco Luis Fernández , alcalde de Belalcázar, tras conocerse mensajes inapropiados enviados a una trabajadora. Aunque ambos implicados han negado o minimizado los hechos, el coste político es evidente.
Crisis feminista en el corazón del PSOE
La crisis afecta de lleno a un partido que ha hecho del feminismo una de sus principales banderas. Desde la Moncloa aseguran que no ha habido encubrimiento, pero el problema ya no es solo reputacional: afecta a la coherencia ideológica del PSOE y al vínculo con su electorado femenino .
El viernes evidenció que la contestación ya no procede únicamente de las federaciones, sino de mujeres del propio partido que han decidido dar un paso al frente y no guardar silencio. Esta vez, Pedro Sánchez ya no controla los tiempos ni los mensajes . La fractura interna es profunda, y la gestión de esta crisis marcará un antes y un después en su liderazgo.

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