“Diciembre es un mes emocionalmente profundo. Nos enfrentamos a encuentros familiares, que muchas veces reactivan heridas de la infancia o patrones que creíamos superados. Cuando te reencuentras con hermanos, padres o primos, surgen dinámicas que pueden incomodar”.
La premisa anterior es de Manuela Mejía, especialista en meditación, cantante por vocación, que habló sobre las emociones que se suelen experimentar en la temporada de fin de año.
“También está la nostalgia de quienes no pueden compartir con su familia y la alegría del reencuentro para quienes sí lo logran. A eso se suma la presión del consumo: la obligación de comprar regalos puede convertirse en una carga emocional y financiera que nubla el sentido real de la celebración”.
Sobre eso último agregó: “El sentido de los regal

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