La salida de Estados Unidos de la UNESCO, anunciada sorpresivamente por el Departamento de Estado, ha generado un terremoto político internacional. El comunicado, firmado por la portavoz Tammy Bruce, acusó a la organización de promover una "agenda ideológica globalista" y de mantener un "sesgo anti-Israel". Esta decisión, según Bruce, refleja la prioridad del gobierno estadounidense en proteger sus intereses nacionales.
Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, respondió con una declaración concisa pero firme, afirmando que la agencia ya se había preparado para esta eventualidad. La organización, responsable de la preservación de incontables sitios históricos y culturales alrededor del mundo, se enfrenta ahora a un desafío financiero y de legitimidad.
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