DHARAMSHALA, India — El Dalai Lama ha dicho a menudo que él es un simple monje, pero millones de sus seguidores budistas tibetanos lo han venerado durante décadas casi como una deidad.

Lo consideran también el rostro de las aspiraciones del Tíbet por una mayor autonomía , pero durante años han lidiado con la idea de que podría ser la última persona en ocupar el cargo.

Recientemente puso fin a esa especulación, tan sólo unos días antes de que cumpliera 90 años. Habrá un sucesor después de su muerte, anunció, y la oficina del Dalai Lama encabezará la búsqueda y reconocerá a un sucesor de acuerdo con la tradición pasada.

La decisión es trascendental para la mayoría de los tibetanos, que han luchado durante décadas para mantener viva su identidad —en el Tíbet o en el exilio—, y se han

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