LA HABANA — Nélida Pérez sale cada día de su edificio en La Habana Vieja hacia un parque cercano con una cazuela llena de un sancocho de arroz con pollo o pescado. Mientras hace ruido con la tapa, una docena de gatos se arremolinan a su alrededor.

“Nunca en mi vida le he pedido a nadie un plato de comida para alimentar a mis gatos y ahora me veo en dificultades”, dijo Pérez, de 81 años, a The Associated Press.

La jubilada es una de las cientos de personas que hacen un esfuerzo diario para cuidar a los animales callejeros en medio de una crisis económica que, según los activistas, ha incrementado el abandono de mascotas.

Y ante la falta de refugios públicos, muchos los acogen en sus viviendas o portales.

“La calle los mata”, aseguró a AP con dolor Bárbara Iglesias, una farmacéutica de

See Full Page