Una reflexión imaginaria, inspirada en la palabra y el espíritu del Monseño Romero, tras la aprobación de la reelección presidencial indefinida en El Salvador.
Querido hijo Nayib,
Desde el silencio eterno donde habitan las voces que nunca se callaron ante la injusticia, te escribo con el corazón de quien amó a El Salvador más que a su propia vida.
Veo que has conquistado el aplauso de las multitudes, que las pandillas han huido de las calles como sombras al amanecer. La paz que tanto anhelamos parece haber llegado por tus manos.
Pero dime, hermano, ¿a qué precio se compra la tranquilidad? ¿Con cuántas libertades se paga la seguridad?
He visto en los ojos de las madres que buscan a sus hijos detenidos sin proceso el mismo dolor que conocí en los años oscuros. El estado de excepción que