El ejercicio profesional de la abogacía y del periodismo se vinculan, en distintos planos, con el derecho a ejercer la libertad, conocer la verdad y cuidar la justicia . Pero también pueden, a través de la distorsión interpretativa, ser grandes causantes de sus negaciones o incumplimientos.

Hoy, fenómenos culturales propios de farandulización y masificación a través de redes sociales, donde muchas veces se confunde fama con mérito, evidencian una tendencia a trivializar ambas profesiones: abogados que exhiben joyas, dinero o lujos como trofeos y periodistas que, peligrosamente, rasgando vestiduras, "editorializan" bajo la apariencia de objetividad, opiniones personales, prejuicios e incluso vindicaciones contra terceros .

Ambas actuaciones rompen los límites entre el deber ético. El

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