A la sombra de los valles brumosos y con el merengue palpitando en las salas de torcido, la República Dominicana ha convertido su tradición rural más antigua en un gigante global: cigarros premium que llevan en cada calada el orgullo, la historia y el aroma de su tierra.
De la tierra del valle a las bóvedas del mundo
La historia se huele antes de escucharse. En el Valle del Cibao, en Santiago, donde el aire pesa con dulzura, el tabaco no es solo un cultivo—es una forma de vida. Durante dos siglos ha marcado el ritmo del trabajo, la celebración y, ahora, la estrategia de exportación.
“Este es el mejor momento que ha vivido el tabaco dominicano”, dijo Iván Hernández Guzmán, director del Instituto del Tabaco de la República Dominicana (Intabaco), en una entrevista con EFE, con la voz apena