
En Barbarian había tantos temas como giros de guion. Esto es, muchos. Muchos temas que difícilmente iban a hallar un desarrollo competente más allá de su enunciación. La primera película de terror de Zach Cregger, estrenada en 2022, pasaba de la crisis de la vivienda a la violencia institucional contra las mujeres, para que su denuncia del machismo acabara difuminada a través de un retrato de la maternidad como pulsión destructiva. Una mezcla imposible que solo tomaba cuerpo porque, antes que cualquier cosa, Barbarian era una comedia de terror. El humor de Cregger forzaba un distanciamiento y una ligereza. Nos movía a pensar que nada iba demasiado en serio.
La actitud de Cregger como guionista —que acompañaba con un calculado manierismo en su puesta en escena— no es, por vocacionalmente intrascendente, menos interesante. Una lectura fructífera de Barbarian llevaría a pensarla como respuesta al terror elevado: esa etiqueta que durante algunos años ha despertado airados debates sobre el género. Barbarian sería algo así como “anti-terror elevado”. Una desactivación en tiempo real de las ínfulas que cierto cine ha mostrado en pos de ser “algo más” que cine de terror. En un momento dado Barbarian propondría un tema con visos de profundo, sociológicamente importante, para a continuación dar paso a otro distinto guiñando el ojo.
Ahora que estos debates apuntan a expirar, podríamos sobreponernos a lo imposiblemente líquido de la etiqueta “terror elevado” con una alternativa para referirnos a lo mismo, “terror subordinado”. Y es que el abanico de películas sospechosas de promover la etiqueta se caracterizan por haber priorizado otros asuntos por encima de limitarse a dar miedo: han subordinado el terror dentro de unos deseos expresivos que incluirían comentario político, drama psicológico — con el trauma como recurso legitimador de cualquier ficción — o simplemente esmero formal. Combinando esta intención compartida con la existencia de un nombre propio que pudiera aunar este abanico de películas —la productora independiente A24— la etiqueta adquiriría por fin cierta solidez.
Pero dentro de esta ecuación sigue habiendo algo más inasible, como es el humor. El humor no solo posibilitó la ambición iconoclasta de Barbarian , también recorre espontáneamente muchas de las películas de terror elevado/subordinado. Lleva a pensar si el terror se ha subordinado también, dentro de este movimiento, a la comedia. En su vertiente más sarcástica justifica que Ari Aster haya pasado de ser vanguardia terrorífica con Hereditary a especializarse en comedias negras , al mismo tiempo que ha caracterizado el cine de Jordan Peele desde sus inicios. Es posible, por otro lado, que justamente esté en Peele la clave para comprender cuál es la relación exacta de Cregger con el terror, ahora que esta llega a una suerte de cumbre con su segunda película adscrita al género, Weapons .
Humor y terror, un matrimonio bien avenido
¿Qué une a Zach Cregger con Jordan Peele? Pues que ambos originalmente eran humoristas. En la segunda década de los 2000 Peele logró ser muy popular gracias al programa de sketches Key & Peele , desarrollado junto a Keegan-Michael Key. Por la parte de Cregger, él ya había comandado en los 2000 el grupo Whitest Kids U’Know , y junto a sus compañeros empezó a dirigir y protagonizar comedias mucho antes del triunfo de Barbarian . Esto no implica que hablemos de trayectorias contradictorias o que, mucho menos, el terror y la comedia nunca se hayan cruzado antes —otra agrupación, Radio Silence, ha cultivado el humor meta junto al terror al vincularse a Scream —, pero lo que más sorprende de ambas figuras es la sofisticación con la que cambiaron de género.
Poco más podemos decir de Jordan Peele a estas alturas. Déjame salir fue un fenómeno cultural alineado con los vientos sociales en 2017 —garante de una histórica nominación al Oscar a Mejor película—, mientras que la posterior Nop se mantiene a día de hoy como una de las películas más brillantes del cine estadounidense de la presente década. Peele ha sido capaz de fundir el terror con la comedia no solo sin rebajar la potencia de ninguno de los elementos —ridiculizando, a cada paso, a quienes han querido ponerle puertas al campo con la dichosa etiqueta del terror elevado—, sino exponiendo además unas claras preocupaciones discursivas sobre la desigualdad estadounidense y mostrando una capacidad inagotable de darle nuevas y suntuosas imágenes al género.
Cregger, por ahora, no aspira a tal magnificencia. Pero lo que en Barbarian era un sano ejercicio lúdico, en Weapons pasa a ser otra cosa. Weapons es mucho más ambiciosa y se levanta sobre un guion tan llamativo que el mismo Peele quiso producirlo a través de su sello Monkeypaw. Según Cregger ponía punto final al libreto de Weapons en 2023 dio paso a una cruenta guerra por los derechos entre la citada Monkeypaw, Netflix, TriStar o New Line, que finalmente se hizo con el proyecto para que distribuyera Warner Bros. Todas estas productoras querían sacar tajada de la nueva ocurrencia del director de Barbarian , cuyo prestigio crecería aún más cuando él mismo produjera de forma independiente La acompañante , estrenada a principios de 2025.
¿Qué hacía de Weapons un proyecto tan apetecible? De entrada, la premisa. La película cuenta cómo varios de los niños de un pueblo, todos alumnos de la clase de la profesora Gandy (Julia Garner, intérprete de Silver Surfer en la recentísima Los 4 Fantásticos: Primeros pasos ), salen de sus casas y desaparecen sin dejar rastro durante una misma noche. El prólogo de Weapons , dedicado a narrar estos acontecimientos, es en sí mismo lo bastante cautivador como para, por un lado, focalizar los tráilers de la película —que han jugado modélicamente la carta del enigma—, y por otro darle una energía al relato posterior que Cregger no desperdicia en modo alguno.
El director ha citado Magnolia de Paul Thomas Anderson como influencia clave de Weapons , y en efecto la estrategia que sigue a partir de entonces es la del drama coral, dedicado a cómo varios personajes reaccionan a lo ocurrido e indagan en el paradero de los desaparecidos. Así que nos topamos con la citada Gandy como gran sospechosa de haber secuestrado a los niños, en paralelo a Josh Brolin como uno de los conmocionados padres, o a Alden Ehrenreich ( Han Solo ) como un policía sobrepasado por la situación. Sus vivencias están cruzadas por un trauma compartido, pero también y sobre todo por un humor macabro que enrarecerá aún más el aura misteriosa de Weapons .
Una novela adictiva
Pasado el impacto del prólogo, Cregger se permite escribir pacientemente a estos personajes, caracterizándolos y matizándolos a un ritmo sorprendentemente pausado. La trama de Weapons va desplegándose con lentitud pero seguridad, asaltada por algún que otro mecanismo no tan inspirado —aunque depare algún buen momento, Weapons abusa de las pesadillas que tienen los personajes para ir distribuyendo sustos antes de que la trama alcance un punto climático— a la vez que con un gusto por la creación de atmósfera y el diálogo muy apreciables tratándose de cine de terror de gran estudio. Weapons , vaya, se toma su tiempo, tan parapetada sobre los personajes y sus distintas perspectivas de atender la acción que todo acoge un agradable sabor novelesco.
La propuesta está extremadamente cuidada y los manierismos de Cregger, tan sencillos y vistosos como en Barbarian, atinan a enfatizar la fluidez del asunto y a que pasemos cada vez más frenéticamente las páginas de la novela. El misterio se va haciendo más y más complejo, la extrañeza que envuelve a los personajes se pronuncia, y el humor estalla de una forma casi catártica. No hablamos, entonces, de un método para distanciarse de la acción como ocurría en Barbarian , sino del desahogo nervioso con el que los personajes se ven abocados a situaciones cada vez más esperpénticas, destacando las hilarantes reacciones del padre que interpreta Brolin o el destino del personaje de Benedict Wong como bondadoso director del colegio.
Ocurre, por otro lado, que Cregger se niega a abrir ningún misterio sin tener la intención de cerrarlo. El armazón es sólido y no busca sumergirse en vacíos de sentido a lo Twin Peaks —aunque el tono pueda recordar inevitablemente a la serie de David Lynch—, pretendiendo ir resolviéndolo todo a su debido tiempo. Esto, aunque honra como narrador a Cregger, conduce a algún otro problema según se desarrolla la historia en sus compases finales. Recordando mucho a lo que sucedía con el tercer acto de Longlegs el año pasado, a Cregger le pierde puntualmente la necesidad de explicarlo todo, y aboca a un tramo algo más rutinario de la cuenta mientras la sugerencia desaparece y la historia, despojada de abalorios, resulta ser bastante más simple de lo que parecía.
Estos compases finales, que hacen de Weapons una propuesta básicamente convencional, tienen el lado bueno de que la película no busque ser más de lo que es: una historia de miedo divertida, tonta, de sabor atemporal, tan capaz de desactivar sus posibilidades reflexivas —podríamos proponer que la película habla del pensamiento colmena o de la vulnerabilidad infantil frente a los egoísmos adultos, aunque difícilmente podríamos proponerlo en serio— como de permitir que nos detengamos en ellas por un rato gracias a la fuerza de las imágenes.
Es en última instancia lo que más hay que agradecerle a Cregger: el aplomo con el que dispensa iconos para el género, lanzados hacia la memoria cinéfila con la forma de esos niños-zombi que corren con los brazos extendidos hacia atrás, como pájaros o proyectiles abalanzándose contra su presa. La grandeza de Weapons descansa sobre esa imagen tanto como en su delicado gusto por el acto de narrar y en su respeto por cualquier ramificación que pueda emanar del género, asumiendo que las etiquetas no sirven para nada. Y que, asumido esto, no cabe otra que seguir disfrutando de una ficción de terror que está teniendo un excelente año audiovisual.
Ya sea gracias a la exquisita fórmula de Destino final: Lazos de sangre , al inesperado caudal humanista de 28 años después , al dolor emocional de Devuélvemela o a la ambición conceptual de Los pecadores —a cuyo ritmo y épica podría remitir más directamente Weapons —, los aficionados al terror estamos de enhorabuena este 2025. Ojalá la racha continúe.