En Buenos Aires, la fila invernal para San Cayetano se extendía por varias cuadras: manos devotas sujetaban estatuas, rosarios y esperanza. Vinieron a rezar por trabajo y estabilidad, pero sus cánticos llevaban un ruego más agudo: que termine el ajuste económico del presidente Javier Milei.

Fe en la fría mañana

Antes de que la primera luz pálida tocara los techos, la fila frente a la parroquia de San Cayetano, en el barrio obrero de Liniers, ya daba vuelta a las esquinas. El vapor se elevaba de los vasos de mate, y las oraciones en voz baja marcaban el lento avance hacia las puertas de la iglesia.

En medio de la multitud estaba Lorenza Medina, abrazada a una estatua de San Cayetano de casi un metro, cuyo rostro de madera se iluminaba con el resplandor de las velas en el interior de la p

See Full Page