La democracia mexicana es joven y aún vulnerable. Costó décadas construir un sistema electoral confiable que no dependiera del gobierno en turno. Que Morena quiera ahora desmantelar al INE para que un órgano bajo control gubernamental cuente los votos, es una señal clara de regresión autoritaria.

El Instituto Nacional Electoral ha sido un contrapeso fundamental frente a los abusos del poder. Su existencia permitió que la oposición —incluido Morena— llegara al poder por vías legales. Si hoy se busca sustituirlo por un aparato controlado por el Ejecutivo, la imparcialidad de las elecciones quedará comprometida.

Permitir que el gobierno organice y califique sus propias elecciones es volver a los tiempos del PRI autoritario. Aquel régimen fingía democracia mientras se aseguraba de ganar siem

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