El reciente informe del New York Times sobre la directiva secreta de Donald Trump al Pentágono marca un momento inquietante para la política antidrogas internacional. Al ordenar el uso del Ejército contra cárteles latinoamericanos, su administración rompe con décadas de enfoque policial, abriendo la puerta a una peligrosa militarización.
Aunque la medida podría interpretarse como una respuesta contundente al tráfico de fentanilo y otras drogas, también refleja un profundo fracaso colectivo, porque ni Estados Unidos ni México han logrado desarticular de manera sostenida estructuras criminales como el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, el Cártel de Juárez o el Cártel del Golfo.
La estrategia de declarar a estos grupos como organizaciones terroristas extranjeras o terror