La imagen que más ha desconcertado a los lectores en la reciente cobertura de The New York Times sobre Jeffrey Epstein no es una fotografía de sus célebres invitados ni un documento financiero, sino una escultura: una figura femenina de tamaño real, vestida con un auténtico vestido de novia, suspendida de una cuerda cerca de la escalera principal de su mansión en el Upper East Side de Nueva York .
Esta pieza, que probablemente corresponde a la “muñeca femenina de tamaño real colgando de una lámpara de araña” descrita en reportes anteriores, condensa en sí misma la perturbadora estética y el mensaje ambiguo que definieron la colección de arte del financiero y depredador sexual.
La publicación de estas imágenes inéditas, junto con documentos que ilustran cómo vivió Epstein en sus últ