Hace algunos meses escribí sobre lo laborioso y complicado que era publicar un artículo antes de la era del internet y cómo esta herramienta nos facilitó la vida (La Crónica de Hoy, 2-02-25). Pero nos trajo otro problema. La facilidad de distribución de artículos por internet y la consecuente generación del acceso abierto trajo como consecuencia la proliferación de revistas de mala calidad y procedimientos dudosos que llamamos depredadoras. De acuerdo con una publicación reciente en Lancet (enero 2025), se calcula que hay al menos 15 mil revistas depredadoras.

Las revistas depredadoras típicamente tienen centenas de editores asociados y encima, invitan a investigadores a ser editores huéspedes de temas particulares, con los que un investigador se puede sentir halagado y lo acepta. Al fina

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