Estados Unidos reconoce hoy como un riesgo existencial el ascenso de China como potencia económica, tecnológica y militar. En 2000, el sector manufacturero estadunidense era cuatro veces mayor que el chino; apenas dos décadas después, la situación se ha invertido: la producción industrial de China supera con holgura a la de EU. Este vuelco productivo y geopolítico, acelerado por la entrada de China a la OMC en 2001, ha erosionado la base industrial estadunidense, desplazado millones de empleos y debilitado su capacidad tecnológica. Washington ha concluido que la única vía para preservar su liderazgo global es una reindustrialización profunda que recupere capacidad productiva, autonomía tecnológica y ventaja estratégica.
Se trata de un proyecto de Estado que busca repatriar empleos manufac