En los anales recientes de la política social mexicana, el anuncio de la PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO, sobre la incorporación de un millón 291 mil 365 personas trabajadoras de plataformas digitales al IMSS equivale a tender un puente largamente esperado entre el siglo XXI y los derechos laborales del siglo XX. La llamada “economía de las apps”, hasta ahora tratada como territorio salvaje donde cada repartidor pedaleaba sin más seguro que su voluntad, ingresa por fin a la Cuarta Transformación con credencial en mano y número de seguridad social. Este padrón –mayoritariamente masculino, joven y precarizado– deja de ser una estadística en la periferia y se vuelve sujeto de pensión, guardería y atención médica. Mientras algunos críticos claman que las empresas digitales tras

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