En agosto del año pasado, entre medio de prístinos paisajes, ocurrió un hecho que marcó profundamente a la comunidad de nuestra región. Un accidente aéreo en la zona puso a prueba la capacidad de respuesta de los equipos de emergencia y la ciencia.
En medio de ese escenario hostil ?bosques espesos, laderas empinadas, clima cambiante?, la Brigada de Homicidios de Coyhaique asumió una labor tan dura como esencial, esclarecer los hechos y devolver la identidad a quienes habían partido. No era un terreno habitual; no era un sitio del suceso común, sino una catástrofe aérea que requería un altísimo rigor científico.
Así, el acceso al sitio del suceso exigió más que voluntad. Se necesitó del trabajo conjunto con organismos especializados en desplazamiento vertical y rescate en terreno agreste.