En tiempos en que las leyes polémicas entraban “entre gallos y medianoche” -como la 460, el megapase o los 25 Inviernos-, la Legislatura de Tierra del Fuego se ha superado. Esta vez, los salmones mismos irrumpen por la ventana, de la mano de la modificación de la ley que regula la acuicultura. Todo, claro, a escondidas, a las apuradas, esquivando incluso a la presidenta de la Comisión 3. Una maniobra tan prolija que haría sonrojar a cualquier pescador furtivo. Dicen que la orden llegó de ciertos conspicuos empresarios locales con hambre (y sed) de negocio. Y así, pese a las críticas generalizadas, el cardumen legislativo avanza, empujando escamas y dictámenes hacia el recinto. Si alguna vez la política fueguina nadó contra la corriente de la transparencia, hoy chapotea feliz en aguas turbi

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