Federico, de 92 años, y Antonia, de 91, se encontraban la tarde del lunes en su casa de Soto de Viñuelas, a la que llegaron cuando casi todavía ni se habían construido viviendas en la urbanización tricantina hace más de 30 años. Daniel Alcántara, de 30 años, nieto de Federico y Antonio, estaba trabajando en el gimnasio que acabar de montar cerca de los laboratorios Normon. « Y un poco más tarde se empezó a ver en las lomas de detrás de la Normon el fuego. Llamé a mis abuelos corriendo y les dije que tuvieran cuidado. Al principio parecía que no iba a ser mucho porque llegaron los bomberos rápido», cuenta Alcántara.

Solo unas 100 personas durmieron en los dos polideportivos habilitados, una cifra muy baja si se considera que en la urbanización viven unos 2.000 vecinos. Incluso contando con

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