La historia será inevitable que no se interfiera el viernes cuando los presidentes de los Estados Unidos y Rusia se sienten en Alaska a negociar el final de la guerra de Ucrania. Naturalmente que es pronto para conocer, o cuando menos anticipar, cual será el acuerdo que adopten. Puestos a ser realistas es que ni Donald Trump ni Vladimir Putin van a levantarse de la mesa anunciando un fracaso. Habría que ver qué estarán tramando los diplomáticos de las dos delegaciones encargadas de redactar el comunicado final para dejar airosos a sus líderes sin necesidad de tener que anunciar el fin del conflicto y la devolución de las regiones ocupadas como parece de justicia.
Será difícil soslayar la realidad de una negociación de esta naturaleza sin contar con una de las partes del conflicto, precisa