Con la designación de Pablo Gómez como comisario para la reforma político electoral el régimen enseñó su peor cara. El nombramiento es el mensaje y es el remedo del estalinismo con la tesis del partido histórico que llegó al poder; ahora se trata de definir las reglas para que lo vuelvan inmune al voto y al pluralismo que caracteriza a la política mexicana. Pablo Gómez no simula ni argumenta; confronta, insulta, descalifica y pontifica, como le sucedió a Hernán Gómez Bruera en la entrevista que le concedió. Pablo Gómez muestra la diferencia entre autoritarismo y totalitarismo, para él un solo partido y una sola verdad, reminiscencia de un indeseable pasado. Nada bueno se espera con el cambio de reglas e instituciones. En apego al credo obradorista se parte de la tesis de que la democracia
La reforma política imposible

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