Se antoja poner una anotación en el cuarto de guerra de los partidos de oposición de México o de los profetas del desastre de Morena. Sería una copia al carbón de aquella del estadounidense Carville.

“Es el amor, estúpido”, diría.

Pongamos el contexto: Clinton disputaba a Bush la presidencia. Bush destacaba sus logros en política exterior. El estratega de Clinton quería que el demócrata se enfocara en lo que realmente preocupaba a los ciudadanos: la economía. Pulió una frase para el equipo interno: “La economía, estúpido”. Se filtró y terminó siendo tan popular que cumplió su objetivo.

Regresemos a México. Figuras clave del morenismo se han visto envueltas en escándalos, en especial por el disfrute de lujos y una vida de derroche. Los opositores se frotan las manos por la plusvalía que

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