Se acabó la impostura. En un principio fue una incógnita su trayectoria académica, su vida personal y sus realizaciones profesionales, pero a partir del momento en que salió a escena política Andy ha exhibido precariedad cultural e intelectual, personalidad opaca, apetito por los negocios, aspiracionismo y manera ostentosa de vivir.

Primero fue el autodestape: sin más méritos que el de ser hijo de su papá, Andy insinúa que va por la jefatura de gobierno de Ciudad de México; ha pedido que no le llamen Andy porque así se oculta el capital que porta por el hecho de llamarse “igual que el más grande presidente que ha tenido México” (cuando desaparezcan las pensiones y con ellas el espejismo que producen, se verá un depredador).

Se va de vacaciones a Tokio, según explica, porque es su manera

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