El vicepresidente de Estados Unidos pasa sus vacaciones en mansiones rurales del país que suele criticar y aprovecha para reunirse con los personajes más a la derecha de la política local
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Unas horas antes de azuzar la bronca con el presidente ucraniano en el Despacho Oval en febrero, el vicepresidente JD Vance tuvo un rifirrafe ante las cámaras con el primer ministro británico. En tono más cortés y cuidadoso, criticó lo que considera restricciones a la libertad de expresión en el Reino Unido, pero Keir Starmer le pegó un corte aludiendo a la “larga, larga” historia de libertades de su país.
Vance lo dejó estar entonces después de su discurso unos días antes en la conferencia de seguridad de Múnich, donde dijo que la amenaza más grave para Europa no es Rusia, sino “el enemigo interior”, que él identificó con ejemplos como los límites legales para evitar el acoso frente a las clínicas que practican abortos en Escocia o la llegada de migrantes después del Brexit.
Además de su foco en Ucrania, sobre cuya guerra repite mensajes similares a los del Kremlin desde hace años, Vance muestra un interés especial por la política británica. A menudo sus comentarios son en defensa de las grandes plataformas tecnológicas de Estados Unidos o para atacar la diversidad étnica del Reino Unido.
La victoria en las elecciones de julio de 2024 del Partido Laborista suponía, según él, que el Reino Unido sería ahora “el primer país verdaderamente islamista con un arma nuclear”. No está claro a qué se refería, ya que los miembros del Gobierno tienen creencias religiosas variadas igual que el anterior conservador (el último primer ministro, el conservador Rishi Sunak, practicaba el hinduismo).
Un año después de aquellos comentarios, Vance está de vacaciones en Inglaterra y Escocia, donde se ha alojado en mansiones en las zonas más privilegiadas del país que suele ser blanco de sus críticas en supuesta representación del pueblo contra la élite.
Lujo rural
El defensor de los supuestos valores rurales perdidos ha pasado unos días en una mansión en una aldea de los Cotswolds, un grupo de pueblos en el campo favorito de los millonarios cerca de Oxford y lugar de residencia del ex primer ministro David Cameron. Ahora acaba de marcharse con su esposa y sus hijos a una lujosa finca del siglo XIV en Escocia que incluye caza y golf en sus 800 hectáreas de jardín, según la descripción publicitaria del lugar que pertenece a la misma familia desde 1300 y se alquila para “eventos”.
Vance se describe en sus memorias como “un pueblerino de corazón escocés-irlandés” para identificarse con ancestros que en Estados Unidos se suelen relacionar con la clase trabajadora en contraste con los descendientes de colonos ingleses, pero una investigación histórica con ADN en Irlanda aseguró este abril que no hay pruebas de su conexión con Escocia ni con la familia que lleva el mismo nombre de su abuela materna y que él utiliza ahora.
Las vacaciones han sido también una excusa para citarse con los políticos más a la derecha del Partido Conservador y con Nigel Farage, el líder del partido de extrema derecha Reform, y que corteja desde hace años a Donald Trump y su entorno en busca de financiación. Vance no se ha reunido con la actual líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, por problemas de agenda, según un portavoz, pero sí ha estado con Robert Jenrick, un ex secretario de Estado que ha construido su carrera en los últimos años atacando a los extranjeros en el país y oponiéndose a cualquier acercamiento con la UE. Jenrick aspira a sustituir a Badenoch y perdió contra ella en la carrera por el liderazgo tras la derrota electoral histórica de los tories de 2024.
La mansión para Vance en la aldea de los Cotswolds se la consiguió George Osborne, el ministro de Economía del Gobierno Cameron e inventor de la expresión “austeridad” como sinónimo de recortes del gasto público después de la crisis financiera. Los recortes de Osborne fueron más profundos y duraderos que los de otras economías europeas y el Reino Unido todavía sigue sufriendo las consecuencias 15 años después. Según desveló el Financial Times, Osborne, ahora consultor de una empresa de criptomonedas, “lo hizo todo” para Vance después de pedirle consejo a Cameron, su antiguo jefe. Los dueños de la mansión, el millonario Johnny Hornby y su esposa Pippa, son amigos de Cameron.
Pesca ilegal
Vance también se quedó al principio de su estancia en una residencia oficial del ministro de Exteriores del Gobierno actual, el laborista David Lammy. El encuentro fue cordial, aunque la cita acabó poniendo en apuros al ministro, que pescó sin la licencia necesaria con el invitado y ahora ha tenido que autodenunciarse ante una comisión de control. Lammy compró después las licencias, pero ahora puede enfrentarse a una multa por precipitarse para complacer al vicepresidente.
El Gobierno laborista intenta ignorar los comentarios críticos de Vance, y algunos de sus aliados defienden que, en realidad, le gusta mucho el país.
Las críticas de Vance al Reino Unido son, en realidad, “una crítica al liderazgo europeo y la élite tecnocrática”, según explicaba al diario The Times de Londres el teólogo conservador y amigo de Vance James Orr, profesor en la Universidad de Cambridge después de años como académico en la de Oxford. Él ha ayudado a Vance en su visita, marcada por los encuentros con políticos y millonarios estos días, entre otros con Paul Marshall, el dueño de la cadena GB News, que aspiraba a parecerse a Fox News, y la revista conservadora The Spectator.
No bienvenido
Vance es incluso más impopular que Donald Trump en el Reino Unido. Apenas un 15% tiene una opinión favorable sobre él, según los últimos datos de julio de la encuestadora YouGov.
Las protestas contra su presencia se han multiplicado desde su llegada, si bien es improbable que las haya visto dado el extenso cordón de seguridad que ha impuesto el servicio secreto en los pueblos que ha visitado y que es inusual para el Reino Unido. La dueña de la mansión donde se quedaba Vance pidió perdón a los vecinos por “el circo” que había montado el equipo del vicepresidente. Algunos vecinos contaban que la policía fue puerta a puerta y les pidió hasta datos de sus redes sociales para vigilar que no eran una amenaza para el vicepresidente.
Entre los mensajes de protesta más repetidos estos días está la imagen de un meme que dibuja a Vance como una distorsionada figura hinchada y calva y que supuestamente jugó un papel en el veto de entrada de un turista noruego a Estados Unidos. Las autoridades estadounidenses hablaron de “propaganda extremista”, en supuesta referencia al meme, y del uso de drogas del turista, pero apenas hay detalles en su documento de expulsión y es imposible corroborar lo que pasó en la frontera.
En todo caso, el meme estaba en las pancartas de una protesta de un centenar de personas cerca de la aldea donde se quedaba Vance en el sur de Inglaterra, y en un camión que se ha paseado esta semana por Charlbury, el pueblo más cercano a la mansión donde se alojaban el vicepresidente y su familia.
Las restricciones a expresar la opinión se han puesto en marcha allí por donde va Vance, con controles policiales y espacios muy limitados para protestar.
“Las oportunidades para quejarse son limitadas. Se han instalado bloqueos y puestos de control en ambos extremos del único camino de entrada y salida del pueblo. Los coches son registrados con perros rastreadores y se exige identificación. Todos los senderos peatonales han sido cerrados, y a menos que vivas aquí no tienes ninguna posibilidad de entrar”, explicaba un vecino de la aldea en los Cotswolds en el medio local Oxford Clarion. “Agentes del servicio secreto vigilan de cerca a las hordas de policías que cumplen sus órdenes. En resumen, hemos quedado completamente aislados del mundo exterior”.