Jeffrey Epstein se ha convertido en un fantasma incómodo, en ese espejo que al mirarlo nos muestra la peor cara de Estados Unidos. La negativa de la Casa Blanca a desclasificar la totalidad de los documentos sobre el caso, pese a que en su momento Donald Trump fue tan bocazas como para prometer su libre acceso, avala que hay algo que ocultar, que hay una parte de esta historia que no quieren que conozcamos. Se trata de algo tan repugnante como la explotación de menores, algo que algunos, por gentileza de Epstein, entendieron que era una afición que podría permanecer a buen recaudo escondida por los siglos de los siglos.
Entiendo y comparto las críticas a Trump por este tema, quien pensó que podía convertir el caso en una herramienta electoral contra sus enemigos durante la campaña, aunque