A veces el dolor parecía como si fueran rayos. O mordeduras de serpiente. O agujas.

“Imagínate la peor quemadura que hayas tenido, por todo el cuerpo, que nunca se va a curar”, dijo Ed Mowery, de 55 años, al describir su vida con dolor crónico. “Me despertaba en mitad de la noche, gritando a todo pulmón”.

Empezando por una grave lesión de rodilla que sufrió jugando al fútbol a los 15 años, se sometió a unas 30 cirugías mayores por diversas lesiones a lo largo de las décadas, incluyendo procedimientos en las rodillas, la columna vertebral y los tobillos. Los médicos le colocaron un estimulador de médula espinal, que administra pulsos eléctricos para aliviar el dolor, y le recetaron morfina, oxicodona y otros medicamentos, 17 al día en un momento dado. Nada le ayudó.

Incapaz de caminar o

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