Ni serenata, ni flores, ni cartas de perdón… Esta vez, Mónica Andrea estaba ya cansada de palizas anteriores y lista para ‘si me das te doy’. El tipo que ya antes le había dado su tatequieto volvió por más, pero ella no estaba para cuentos. Frente a frente, en plena calle, se cascaron, hasta que...
Membresía requerida
Debes ser miembro para acceder a este contenido.
Ver niveles de membresía ¿Ya eres miembro? Accede aquí