
Cantabria es un pequeño universo gracias a la diversidad de sus paisajes, únicos y característicos por esa combinación que tanto llama la atención: la mezcla del mar y la montaña. En esta comunidad hasta el más escondido de los rincones cumple con las expectativas, pero no solo brilla por su naturaleza, sino que también es uno de los referentes culturales de España gracias a su rico patrimonio rupestre paleolítico.
Por todo esto y mucho más que irás descubriendo, es el destino ideal que recorrer sobre ruedas y, en tan solo cinco días, podrás aprovechar al máximo tus vacaciones y volver a casa habiendo conocido lo esencial de esta tierra.
Día 1: Laredo y Santoña
La primera parada del recorrido sobre ruedas te llevará a la costa oriental de Cantabria, donde se encuentran dos de sus localidades marineras más conocidas: Laredo y Santoña. Historia, tradición pesquera, gastronomía de calidad y paisajes espectaculares es lo que las caracterizan.
En primer lugar, Laredo brilla por su extenso arenal, la Playa Salvé, con más de cuatro kilómetros de arena fina y dorada y unas vistas increíbles a la bahía. El casco antiguo mantiene esa esencia típica de los pueblos cántabros que tanto ha marcado la ruta, por lo que es perfecto para ir despidiendo a la región, disfrutando de las callejuelas, las casas blasonadas y los arcos medievales que crean un ambiente auténtico. Para pernoctar, la opción más recomendada es el área municipal, en el Polígono Industrial La Pesquera, una zona gratuita y tranquila donde pasar la noche y poner fin a estos días de vacaciones.
A tan solo 17 minutos que se vuelven muy amenos en la autocaravana se encuentra Santoña, el lugar perfecto para probar sus famosas anchoas, que no te decepcionarán. Además, el Paseo Marítimo hasta el Fuerte de San Martín ofrece unas vistas únicas al mar Cantábrico, por lo que es perfecto para pasear en la hora del atardecer, disfrutando de una bonita puesta de sol, en la que seguro podrás observar algún ave, ya que muy cerca se encuentra el Parque Natural de las Marismas de Santoña.
Día 2: Santillana del Mar
Para entrar de lleno en la esencia de Cantabria, la siguiente parada es Santillana del Mar, un pueblo medieval, perfecto para evadirse de la gran ciudad y pasar un día entre calles empedradas, monumentos históricos y productos artesanales de una calidad inigualable y, además, dispone de un espacio bien ubicado en el que pernoctar.
En Santillana hay que recorrer el casco histórico, ya que está lleno de rincones interesantes. En primer lugar, en el centro del pueblo, se encuentra la Colegiata, una imponente obra arquitectónica que en sus orígenes fue una ermita y que hoy en día es un templo religioso de estilo románico, de los más amplios y bonitos de la cornisa cantábrica. Este santuario alberga numerosas reliquias que esconden la historia de quien le puso nombre, no solo a él, sino al pueblo también: Santa Illana.
Santillana tiene un eje que une sus calles, una Plaza Mayor donde se encuentran varias torres que sirvieron de residencia y al mismo tiempo de defensa en el siglo XV, y una de ellas se ha convertido en un centro cultural visitable: la Torre de Don Borja.
Asimismo, otro espacio que puede enriquecer esta visita es el Museo de la Tortura, donde se encuentra una colección de instrumentos de castigo que fueron utilizados entre los siglos XIV y XIX y cuyas entradas puedes comprar en su página web. Y por supuesto, cualquier visitante no puede perderse el Museo de Altamira y la neocueva , uno de los lugares más emblemáticos de Cantabria declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Por último, para llevarte un buen sabor de boca después de una visita tan impactante, el pueblo ofrece variedad de restaurantes y bares, así como tiendas de productos gastronómicos locales y una tradición que tienes que vivir: merendar bizcocho con leche de vaca.
Día 3: Comillas
La ruta puede continuar en la villa de Comillas, que está a tan solo 20 minutos en autocaravana. Es un destino repleto de historia, formado por calles empedradas, rodeado de un entorno natural privilegiado y donde se encuentra un verdadero tesoro: el Capricho de Gaudí. Esta obra maestra fue diseñada a finales del siglo XIX por Antonio Gaudí, el famoso arquitecto catalán.
Caracterizado por sus llamativos colores y sus diversas formas, se ha convertido en uno de los mayores atractivos del pueblo, ya que rompe con las convenciones arquitectónicas de la época y sorprende a todo el que se acerca a contemplarlo. Podrás conocer sus detalles y secretos en una visita por su interior, y las entradas se pueden conseguir desde la página web oficial .
Sin embargo, el Capricho no es el único monumento arquitectónico de valor que alberga Comillas, ya que el Palacio de Sobrellano también destaca por su belleza y singularidad, algo con lo que estaba de acuerdo el marqués de Comillas y su familia, pues fue su residencia de verano.
Pero es que la naturaleza de esta villa también es digna de conocer, y su playa urbana, de arena fina y dorada, es un espacio perfecto donde disfrutar de día soleado y donde aparcar y pasar la noche. Durante las horas de luz el aparcamiento no es gratuito, pero es un espacio tranquilo para pernoctar con vistas al paseo marítimo.
Día 4: San Vicente de la Barquera
El siguiente destino que visitar es San Vicente de la Barquera, una villa marinera, de las más conocidas estampas de la cornisa cantábrica. Este pueblo enriquecerá la ruta, ya que es muy distinto a los otros gracias al protagonismo de sus tradiciones, costumbres y comidas: el mar. Además, diversas playas se encuentran a pocos kilómetros, como la de Merón, la playa de Fuentes y la propia playa de San Vicente, esta última más urbana que las anteriores.
El centro del pueblo destaca por el buen ambiente que llena sus calles, repletas de bares y restaurantes donde poder saborear los productos gastronómicos típicos de la villa marinera. Su encanto es aún mayor gracias a sus monumentos y edificios históricos, y es que el imponente Castillo del Rey es uno de los mejores ejemplos de arquitectura defensiva de la región. Dispone de una interesante exposición en la que conocer su historia, y desde el puente que lleva al puerto y que se encuentra en frente del mismo, su fachada se puede apreciar a la perfección.
A continuación, tras recorrer el pueblo, el mismo día se puede realizar una breve excursión al Parque Natural de Oyambre, que se encuentra a diez minutos en la caravana y que es un espacio protegido que comprende los estuarios de la ría de San Vicente y de La Rabia y su entorno, ofreciendo acantilados, playas, dunas, rías y marismas arenosas.
Durante el día, la villa marinera dispone de una zona de aparcamiento donde estacionar la autocaravana y otros servicios, como unas duchas y un baño, pero está prohibido pernoctar, así que una buena alternativa es el parking de pago cercano a la playa de Oyambre.
Día 5: Potes y Fuente Dé
El último día se basará en conocer el famoso municipio de Potes, ubicado en el centro de la comarca de Liébana, rodeado de montañas y con una historia medieval apasionante. Este pueblo, atravesado por el río Quiviesa, es un destino que conserva la esencia, la tradición rural y el magnetismo de la naturaleza de Cantabria. Además, en el mismo pueblo se encuentra un gran espacio para autocaravanas en el que pernoctar por solo 15 euros la noche.
El empedrado puente de San Cayetano, las señoriales casas con balcones de madera y la famosa Torre del Infantado han permitido declarar a este casco Conjunto Histórico-Artístico. Y es que caminar por Potes es como viajar en el tiempo, algo que podrás experimentar en la exposición de la Torre, que constituye un símbolo de identidad del municipio y desde donde se puede disfrutar de unas vistas privilegiadas. Su acceso no es gratuito, pero es un espacio cultural que merece la pena visitar para conocer los siglos de historia que arrastra este enclave, y sus entradas pueden comprarse en la página web oficial.
Asimismo, para completar el día y exprimir al máximo la ruta, a tan solo media hora en autocaravana se encuentra el impresionante valle de Fuente Dé, ubicado en pleno corazón de los Picos de Europa. Rodeado de enormes montañas y una belleza inigualable, esta excursión le dará un toque único a las vacaciones, pudiendo disfrutar de las mejores vistas del paisaje en el Mirador del Cable, situado a 1823 metros de altitud. El teleférico será el que te lleve hasta allí, alcanzando un desnivel de 753 metros en apenas cuatro minutos. Es toda una aventura inolvidable.