Si hablamos de restos romanos en África , pocos pueden competir con la majestuosidad de las Termas de Antonino , también conocidas como las Termas de Cartago . Construidas en el siglo II frente a la costa tunecina, estas termas no solo eran las más grandes del continente africano, sino que su ubicación privilegiada frente al Mediterráneo las convierte en un auténtico balcón histórico al mar. A pesar del saqueo y la erosión del tiempo, todavía se pueden contemplar restos que reflejan la grandeza del Imperio romano en suelo africano.

Historia y arquitectura: del esplendor romano a la herencia bizantina

El complejo termal se levantó sobre un antiguo barrio residencial destruido por un incendio y se extendía por cuatro manzanas de la ciudad de Cartago. Su construcción se realizó entre los años 145 y 162, bajo el patrocinio del emperador Antonino Pío , como recuerda una inscripción dedicatoria conservada. La élite local probablemente financió gran parte de las obras, quizás con incentivos fiscales imperiales, buscando trasladar a Cartago la monumentalidad de Roma.

En su época dorada, las termas contaban con once bóvedas que superaban los 29 metros de altura y se situaban junto a otros edificios destacados de la ciudad, como el anfiteatro, el teatro y el odeón. Este conjunto no solo respondía a necesidades de ocio y higiene, sino que también era un escaparate del poder y la riqueza de la antigua capital administrativa de la provincia romana de África.

Tras un terremoto que dañó gran parte del frigidarium , entre 388 y 392 se llevó a cabo una restauración. Los sótanos del caldarium , que alojaban el taller de alfarería, siguieron en uso durante el Imperio bizantino, aunque sobre un espacio más reducido. La reorganización de estas estancias se fecharía alrededor del año 530, antes de su abandono definitivo en 638. Desde entonces, sus ruinas sirvieron como cantera para materiales de construcción, cuyos mármoles llegaron no solo a Túnez, sino a ciudades como Pisa, Génova o incluso Canterbury.

Lo que queda hoy: un balcón arqueológico al Mediterráneo

Hoy, las Termas de Antonino se extienden a lo largo de más de 200 metros frente al mar, cerca del Palacio presidencial de Cartago. Entre los restos más destacados se encuentran la capilla bizantina del siglo VII , los sótanos donde trabajaban los esclavos y, sobre todo, la columna del frigidarium , reconstruida con la técnica de anastilosis en 1985 gracias a un equipo tunecino y la cooperación internacional de la Unesco. Esta columna, de 12,50 metros y 60 toneladas, con un capitel de 1,80 metros y 8 toneladas, sigue erguida como testigo del poder romano y la belleza de su arquitectura frente al mar.

Las excavaciones modernas, iniciadas a mediados del siglo XX por Alexandre Lézine y Gilbert Charles-Picard, junto con investigaciones posteriores de Jacques Vérité y Friedrich Rakob, han permitido identificar la fachada frente al Mediterráneo como la principal del complejo, confirmando la visión de los antiguos arquitectos romanos: crear un espacio monumental que conectara la grandeza urbana con la inmensidad del mar.