Ruber Bustos Ramirez

Conocí a Miguel Turbay. Lo saludé, compartimos espacios y fui testigo de su compromiso con las comunidades. En los pocos minutos que traté con él, se mostró como una persona humilde, sencilla y trabajadora. Era un líder que creía en el diálogo, en el trabajo conjunto, en la posibilidad de transformar desde el territorio. Su asesinato no es solo una pérdida personal o política: es un nuevo golpe al corazón del país.

Como campesino, como ciudadano, rechazo con total firmeza este crimen. Miguel no es el único. Su muerte se suma a una larga y dolorosa lista de líderes sociales y políticos que han sido asesinados por levantar la voz, por organizar, por proponer, por no quedarse callados.

En lo que va de 2025, han sido asesinados al menos 97 líderes políticos en Colombia.

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