Vas llegando a tu domicilio y percibes que hay una oscuridad inusual. Observas y te das cuenta que la luminaria que está a unos metros de tu vivienda está apagada. Esta es parte de seis lámparas que integran el sistema público de iluminación de la calle donde vives y que permite que tú y tu familia se sientan seguros. Haces cara de resignación y entras a tu casa.
Después de seis o siete semanas, llegas un día, luego de una larga jornada de trabajo y, tras percibir que regresó la luz frente a tu hogar, piensas: ya la arreglaron; menos mal. Tú no lo sabes, pero hay una vecina que, al darse cuenta de la falla, hizo un reporte en la alcaldía solicitando la reparación para luego darle seguimiento a la solicitud. Tras varios días —y quizás algo de suerte—, acudió una cuadrilla de servicios urba