Cerca de las seis de la tarde, la rutina del viaje subterráneo por la Línea 2 del Metro, la llamada línea azul, se interrumpió. En la interestación Zócalo-Pino Suárez, dirección Tasqueña, el tren se detuvo y un humo denso, acompañado de chispas, comenzó a escapar de uno de los vagones.
Los usuarios, sorprendidos, siguieron las indicaciones del personal de seguridad industrial y protección civil: descender a las vías, avanzar con precaución y esperar instrucciones.
No hubo gritos ni pánico, solo el murmullo de quienes se cubrían la boca y la nariz con pañuelos, suéteres o la mano para evitar inhalar el humo. Algunos se sentaron en el suelo, otros miraban hacia atrás buscando a sus acompañantes.
“Al principio pensé que era un frenado más largo de lo normal, pero luego vimos el humo e indi