Por: Hugo Moreno Freydig
Cuando llegan las vacaciones, no solo cambian nuestras rutinas personales. También cambian nuestras ciudades. Las calles, el tráfico, el transporte público y los espacios que usamos todos los días se transforman, aunque sea por unas semanas. Estos cambios temporales nos muestran una cara diferente de la ciudad, y nos hacen pensar en cómo vivimos y nos movemos en ella el resto del año.
Uno de los cambios más visibles es que hay mucho menos tráfico. La ciudad se siente más tranquila desde temprano. Las filas de autos que normalmente vemos en las mañanas, sobre todo cerca de las escuelas o en los caminos al trabajo, desaparecen casi por completo. Todo se mueve con más calma. Hay menos ruido, menos estrés, y el aire incluso parece más limpio. Es como si la ciudad se