La popularidad que se pueda tener en un momento dado no es sinónimo de eficacia o de un buen gobierno.
Vaya preocupación cuando en un país nada funciona. Pero lo más grave es que nos vayamos acostumbrando a que la pérdida de derechos y libertades son algo tolerable o aceptable. Nada más lejano a una realidad como la que debemos aspirar a tener todos los días y en todos los momentos.
El aceptar la dilución en la calidad de vida para todos los habitantes no es sino reflejo de una situación de menosprecio personal y de no entender que es papel de la población la exigencia permanente de resultados y la corrección de políticas públicas no rentables. Sí podemos y debemos tener un mejor país.
La popularidad que se pueda tener en un momento dado no es sinónimo de eficacia o de un buen gobierno.