
El intestino humano cambia a más velocidad que el intestino de otros mamíferos, incluyendo el del chimpancé, al que siempre se le ha considerado nuestro pariente evolutivo más cercano. Lo dice un estudio internacional publicado en la revista Science que ha utilizado la secuenciación de Ácido Ribonucleico (ARN) para comparar células de diferentes especies .
Científicos del Centro de Innovación Roche en Basilea (Suiza) y doctores de la Universidad de Michigan y de la Universidad de Duke han empleado células madre para crear pequeños modelos de intestinos de humanos, de chimpancés y de ratón que ofrecen una visión sin precedentes del desarrollo del intestino delgado y aportan nuevas evidencias sobre la evolución.
Gracias a esta iniciativa, el grupo ha identificado que el revestimiento intestinal de cada especie expresa y regula los genes de forma diferente. Los genes del revestimiento intestinal humano presentaban indicios de cambios evolutivos recientes: había una enzima responsable de la digestión de la lactosa en la leche y diferencias genéticas con respecto a los chimpancés asociadas con la inmunidad, el metabolismo y la absorción del colesterol.
En concreto, el grupo descubrió que los enterocitos, las células especializadas en la absorción de nutrientes y la función de barrera, han experimentado una rápida evolución en las personas. Esto es importante, según los autores del estudio, porque las áreas del genoma humano que experimentan cambios rápidos influyen en el riesgo de enfermedades y se asocian con trastornos metabólicos y gastrointestinales . También podrían haber predispuesto al intestino humano a absorber nutrientes con mayor eficacia, una información hasta ahora desconocida.
La clave está en los microbios
No es la primera vez que se pone el foco científico en l a importancia que el intestino humano tiene en la evolución. Hace unos meses, un grupo de científicos de Estados Unidos que trabajan en la Universidad Northwestern descubrió la causa que hizo que el cerebro humano creciera y que, por tanto, los humanos evolucionaran. Fueron los microbios que habitan en nuestros intestinos.
En un experimento controlado de laboratorio, los investigadores implantaron en ratones microbios de dos especies de primates de cerebro grande ( el humano y el mono ardilla) y de una especie de primate de cerebro pequeño (el macaco). Sus hallazgos demostraron que los ratones con microbios de especies de primates con cerebro grande producían y utilizaban más energía, mientras que los ratones con microbios de especies de primates con cerebro pequeño almacenaban más energía en forma de grasa.
Por tanto, hace miles de años, estos microbios fueron ya capaces de producir la gran cantidad de energía extra que necesita el tejido cerebral para alcanzar un gran tamaño. Fue un cambio determinante en el interior de nuestros ancestros: sus cerebros se hicieron más grandes gracias a la energía creada por los microbios intestinales. Y eso, ya se sabe, ofreció una nueva perspectiva para la evolución humana .