Roberto parece distraído, cansado, o las dos cosas. Tiene 88 años y alguien empujó su silla de ruedas para ayudarlo a quedar en el lugar indicado de la mesa. Parece distraído o cansado hasta que escucha su nombre, la contraseña de que ha llegado su turno para hacerse escuchar . Entonces, como un rayo, la sonrisa le atraviesa la cara y ese pensamiento que venía cocinando se traduce en palabras que elige con calidez, con convicción y sin apuro. En un rato dirá que lo que tiene para transmitir, sobre todo, es “sabiduría, experiencia e historias” .

El cartel luminoso que dice “Estudio Ledor” está tan encendido como los micrófonos y las cámaras. Un operador pone las cortinas musicales y hace la seña de que es momento de hablar. Entonces, según de quién sea el turno, Mirta, Moshé, Lidia

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