Cada vez que se va a la playa o se pasea bajo un sol intenso, la piel inicia una compleja cadena de reacciones en su superficie. Se puede pensar automáticamente en la vitamina D y en las quemaduras , pero a nivel microscópico se libra una 'batalla' fascinante donde las bacterias que recubren la piel tienen un papel protagonista. Y lo que hacen es sorprendente: literalmente, se "comen" uno de los efectos más negativos del sol, alterando la forma en que nuestro cuerpo responde a este.

El sol es una amenaza para el sistema inmune. Para entender esta historia, primero hay que saber que el sol no solo broncea. La radiación ultravioleta (UV) actúa como un potente 'interruptor' para el sistema inmunitario. Cuando los rayos UV incide en la piel, convierte una molécula muy abundante llamada

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