La piscina pública de Tàrrega ha cerrado tres veces en una semana tras la aparición de heces humanas en el agua, vinculadas a un reto viral en redes sociales que promueve defecar en instalaciones acuáticas. Ante esta crisis, el ayuntamiento ha contratado a una empresa de vigilancia privada para supervisar el recinto hasta final de temporada. Dos guardias uniformados controlan el acceso y la zona de baño, coordinados con policía local y personal municipal, mientras todos los usuarios son sometidos a registro de mochilas y bolsas para prevenir nuevos incidentes.

Riesgo sanitario y egoísmo social

La alcaldesa Alba Pijuan Vallverdú calificó estos actos como "profundamente egoístas" , ya que las heces pueden llegar a transmitir infecciones graves y privan a la ciudadanía de un

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