El 29 de noviembre de 2014, Italia quedó sacudida por un crimen que estremeció a la opinión pública: la desaparición y posterior asesinato de Lorys Stival, un niño de apenas 8 años, en la localidad de Santa Croce Camerina, Sicilia. Su madre, Verónica Panarello, fue señalada como la responsable y años después condenada a 30 años de prisión.

Ese día, la mujer acudió a la comisaría para denunciar que su hijo no había llegado al colegio. Sin embargo, las cámaras de seguridad del centro educativo demostraron que el niño nunca entró a clases y que tampoco se vio a Panarello en el lugar. Horas más tarde, el cuerpo del menor apareció en un canal conocido como Mulino Vecchio, con signos de violencia y la causa de muerte confirmada por asfixia por estrangulamiento.

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