El desenlace de dejó una estampa inesperada. Lo que debía ser un nuevo capítulo en una de las grandes rivalidades del tenis contemporáneo se convirtió en una final marcada por el calor, la fatiga extrema y la retirada del número uno del mundo. Con temperaturas de 31 grados, sensación térmica de 33 y una humedad que rondaba el 56%, las condiciones ya avisaban desde el inicio de que la resistencia física podía ser determinante. Eso marcó una final corta, pero que dejó

Sinner, errático

El partido comenzó con un Alcaraz muy enchufado y un Sinner sorprendentemente errático. Desde el primer juego, el español impuso un ritmo demoledor, restando profundo y atacando con una agresividad que desbordó a su rival. Sinner , por su parte, se mostró lento en los desplazamientos y falto de frescura

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