Cuando la persona es investida de poder, casi siempre, sufre una transformación radical en la manera en que percibe la realidad y en la manera en que actúa. Y no importa en absoluto la doctrina ideológica de la que deriven sus principios o creencias, lo mismo da si es de centros, de izquierdas o de derechas.
Decir tonterías, tomar decisiones absurdas, actuar vergonzosamente, con enormes daños para su propia reputación, pero sobre todo con costos para la sociedad, forman parte de las expresiones escandalosas de muchos políticos subidos al ladrillo del poder. Las anécdotas, todas cuajadas de cinismo y miseria, llenarían cientos de páginas.
Cómo olvidar al ex alcalde de San Blas en Nayarit, Hilario Ramírez Villanueva, con su ya histórica frase “sí robe pero poquito”, o la más reciente de la