En los últimos años, los casos de feminicidio han sacudido a la sociedad peruana, revelando una dolorosa realidad que exige respuestas inmediatas. Cada mujer asesinada por razones de género representa no solo una vida truncada, sino también una familia devastada y una comunidad marcada por el dolor. A pesar de los avances legislativos, la impunidad y la lentitud en los procesos judiciales continúan siendo obstáculos que perpetúan el sufrimiento de las víctimas indirectas.

La investigación de estos crímenes debe ser rápida, rigurosa y con enfoque de género. La demora en identificar a los responsables, reunir pruebas y llevarlos ante la justicia no solo vulnera los derechos de las víctimas, sino que también envía un mensaje de indiferencia institucional. En muchos casos, los familiares debe

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